seguir luchando contra la burocracia
LOS "ACCIDENTES" PSICOLÓGICOS DEL PODER
Por
Pablo Sirvén | LA NACION
Twitter:
@psirven | Mail: psirven@lanacion.com.ar
Una
de las ideas centrales del filósofo francés Paul Virilio es la noción de
accidente. Simplificado querría decir que cada novedad técnica trae consigo su
propia desgracia. Así, la noción del hundimiento no se da sino después de la
aparición de algún tipo de embarcación; los electrocutados son una consecuencia
no querida de la energía eléctrica y los choques se producen sólo a partir de
que circulan vehículos terrestres.
La
teoría podría aplicarse a los mil y un intentos fallidos del kirchnerismo por
procurar que su relato idealizado sobre la realidad sea monolítico y no cruja.
Pero las fisuras, de todos modos, aparecen y cada vez con más frecuencia y
consecuencias.
El
"accidente" por hacer de la palabra "inflación" un tabú tan
persistente se manifestó en el ataque de pánico público del ministro de
Economía, Hernán Lorenzino. Al no estar habituado a responder preguntas de los
periodistas locales, más que monologar con los de las usinas K que dejan que se
explaye sin cuestionarlo en lo más mínimo, en cuanto una colega griega
pronunció la maldita palabra, el hombre balbuceó y transpiró antes de lanzar su
afligida frase consagratoria ("me quiero ir").
No
es el único tipo de "accidente viriliano" que ha acontecido en los
últimos tiempos en el seno de la fuerza que ocupa el poder central de la Argentina.
Las
afirmaciones meramente voluntaristas y de deseos que se largan a la bartola,
pero sin que se tomen antes los mínimos recaudos para que el relato y la
realidad encajen un poco mejor, tuvieron una espectacular contradicción cuando
anteayer el vicepresidente de la
Nación le restó importancia a la trepada del dólar. "Es
marginal, especulativo y tiene que ver con poquitos argentinos", dijo
Amado Boudou, como si estuviese narrando un cuento de hadas a inocentes niños.
La irrefrenable cotización de la divisa norteamericana ese día fue el
"accidente" que no pudo conjurar: rozó los diez pesos, para cerrar en
$ 9,88.
A
veces el "accidente" lo producen los propios funcionarios con sus
acciones, frustrados porque las cosas no salen a su gusto. Tras probarlo todo
contra el Grupo Clarín -ADN de los hijos de Ernestina Noble, Papel Prensa,
ataque a Fibertel y ley de medios, sin hasta ahora haber logrado mover
significativamente el amperímetro-, Guillermo Moreno produjo la vodevilesca
incursión en la asamblea de ese holding, con la participación del bufo triste,
Daniel Reposo, y de la estrella menguante, Axel Kicillof, en una regresión
adolescente, que redujo su protagonismo a un persistente mordisqueo de un
bolígrafo.
Intentar
controlarlo todo puede producir fugas de seguridad desopilantes. Tal lo que le
ocurrió en un par de ocasiones en las "espontáneas" teleconferencias
presidenciales a Cristina Kirchner cuando parecía hablar con simples vecinos
que en realidad eran personas no tan cuidadosamente seleccionadas en un casting
previo mal organizado por el área de "difusión presidencial", que
depende del vocero Alfredo Scoccimarro.
En
estos días también salió a la luz otro de los secretos mejor guardados del
Gobierno: se filtró el documental original sobre Néstor Kirchner, dirigido por
el cineasta Israel Adrián Caetano, que había sido archivado para dar paso a una
versión más edulcorada de Paula de Luque, que finalmente fue estrenada y que,
tras un intenso impulso inicial, con compras masivas de entradas por parte de
militancias organizadas, no tuvo mayor repercusión.
Ahora
que ese trabajo trascendió se entiende qué cosas pudieron haber molestado: se
lo ve a Kirchner con Carlos Menem y se lo escucha a Eduardo Duhalde. Es una
película menos prolija y ambiciosa, más política y áspera. De Luque reemplaza
esas incomodidades con testimonios familiares (madre, hijo, hermana y cuñada) y
logra una producción más emotiva, pero descafeinada, repleta de caminos y
paisajes patagónicos.
Por
último, al actor Guillermo Francella, más que un "accidente
viriliano", acaso le tocó el más mafioso "que parezca un
accidente".
De
buenas a primeras, tras deslizar mínimas críticas al Gobierno, resultó que el
sketch de la nena en programas grabados por él hace doce años y repetidos desde
entonces sin ningún tipo de problemas, ahora -justo ahora- resultó denunciado
por una ONG contra la violencia de género. Paradójica voz cantante es la
abogada María Raquel Hermida, defensora de Daniel Bellini, condenado en primera
y en segunda instancia por el asesinato de su mujer. Pero, además, Hermida,
trabaja para Afsca, el organismo que preside Martín Sab- batella, y también
embistió contra el suspendido aviso de Francisco de Narváez.
Anteayer,
en el programa Lanata sin filtro, de Radio Mitre, Hermida dijo que había
solicitado "retirar la palabra «ella» porque es sexista", casi en
línea con el pedido de hace un mes de la legisladora kirchnerista María José
Lubertino, que denunció que la distinción con colores rosa y celeste de los
huevos Kinder (a los efectos de que se sepa qué tipos de juguetes contienen)
era "un retroceso para la igualdad de género".
Graben
en sus memorias todo esto: hasta ustedes mismos, testigos de esta época,
dudarán en el futuro de que haya sido cierto. Sin embargo, está sucediendo,
aquí y ahora.
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