Sunday, May 05, 2013

seguir luchando contra la burocracia





UNA CANDIDATURA QUE PODRÍA CAMBIAR LA POLÍTICA

Por Joaquín Morales Solá | LA NACION


El país está muy bien. Vamos a arrasar en las elecciones. No se sabe si ella cree en ese paraíso o si sólo trata de exorcizar el latente pesimismo de los otros, pero esa frase es frecuente en Cristina Kirchner ante sus habituales visitantes. El tamaño de la brecha entre el dólar oficial y el paralelo tiene un solo antecedente parecido: sucedió en 1975 bajo la conducción de Isabel Perón. La inversión se desplomó. La economía está en virtual recesión. La inflación se sigue moviendo y la oferta de empleo se frenó en seco. El país real es muy distinto del que describe la Presidenta. Nada está bien.

Los próximos veinte días serán decisivos, además, para establecer el paisaje electoral que la aguardará. Ciertas alianzas electorales, ahora embrionarias, podrían cerrarse. Sergio Massa, el popular intendente de Tigre, comenzará pasado mañana la fase final de consultas para decidir si participará de las elecciones de este año. La Justicia tratará antes que ninguna otra cosa la elección popular de los consejeros de la Magistratura. En despachos de la Corte Suprema no se descarta, incluso, la decisión extrema de un per saltum , el mecanismo por el cual el tribunal supremo puede saltar sobre instancias inferiores, para determinar la constitucionalidad de esa decisión.

Massa puso en práctica un recurso novedoso para tomar las más importantes decisiones políticas de su vida. Al revés de otros políticos, que consultan con sus asesores o con su familia, Massa se respalda en los intendentes bonaerenses que creen en él. No son pocos ni todos piensan lo mismo, aunque hay una mayoría clara a favor de que su líder se postule este año como candidato a diputado nacional. Por fin, uno de ellos podría llegar al gobierno nacional. Muchos intendentes reconocen en Massa, también, al último salvavidas de sus existencias políticas. Atenazados por las distintas variantes del cristinismo (La Cámpora, sobre todo), sólo tendrían oxígeno para sobrevivir hasta 2015.

O los salvará Massa o perecerán.

El proyecto tiene argumentos aferrados a la realidad. Las actuales encuestas señalan que Massa ganaría por amplio margen la provincia de Buenos Aires, por encima de cualquier variante cristinista u opositora. Eso cambiaría todo , suele concluir Mauricio Macri.

Massa es un fenómeno político extraño. Se resiste a la presencia constante en los medios periodísticos nacionales, pero su popularidad se extiende a todo el país, según la unánime medición de las encuestadoras. Su despacho en Tigre es como un santuario hacia donde peregrinan políticos, empresarios y sindicalistas. ¿Qué hará? ¿Se presentará ahora, ganará y se postulará de inmediato a la presidencia de la Nación? ¿O, en cambio, hará una escala antes como candidato a gobernador?

Vamos por parte. Massa no le anunció a ninguno de sus interlocutores si participará de las próximas elecciones. Primero les describe a sus interlocutores por qué no debería ser candidato. El núcleo central de su argumentación es el temor a defraudar al electorado. La gente quiere una solución para sus problemas de hoy. Votará una solución, pero yo no se la podré dar desde la Cámara de Diputados , les dice. Parece que la respuesta es no.

¿Y entonces por qué piensa que debería aceptar?, le repreguntan. Hay una crisis en la dirigencia opositora. El Gobierno está en un ciclo político concluido y el tren de la historia pasa una sola vez , le respondió a un influyente empresario con el que se vio el viernes. La respuesta parece cambiar. En esa vacilación entre la necesidad política de no ser y la oportunidad histórica de ser, la oportunidad podría ganarle a la necesidad. ¿Qué político dejaría pasar el tren de la historia cuando éste se detuvo en la puerta de su casa? , resumió un de sus últimos oyentes.

La segunda parte consiste en que ya decidió que no se distraerá pujando por la gobernación bonaerense. Participando o no de las elecciones de este año, su proyecto es definitivamente presidencial. Más aún: sólo sería candidato a diputado en los próximos meses como un salto inmediato hacia la lucha por la principal poltrona política del país. Dicen que hace unos seis meses le ofreció un plan común a Daniel Scioli. Podrían haber ido ahora con una lista conjunta de diputados nacionales, Massa hubiera sido el próximo candidato a gobernador bonaerense y, Scioli, haberse convertido en el candidato presidencial de esa alianza. Scioli se demoró en contestar; la oportunidad pasó, irremediablemente.

Un muy probable lanzamiento de Massa en las próximas semanas colocaría a Scioli en la encerrona de jugar este año. No tendría derecho a la pasiva indiferencia. El triunfo de Massa podría sepultar el proyecto presidencial de Scioli. ¿Cómo y con quién jugaría el gobernador? Probablemente con Cristina Kirchner, a pesar de que la Presidenta no cesó con sus agresiones al gobernador. Indirectas, frases sutiles llenas de provocadores contenidos.

Scioli es también un fantasma para Massa; si éste no participara del año electoral en curso, Scioli podría volver a crecer en las encuestas presidenciales. Los intendentes que ahora son de Massa podrían irse con Scioli. El adversario de Massa es Scioli, no Cristina , subrayan al lado del intendente. El propio Francisco de Narváez debería revisar su estrategia electoral; Massa le gana en todas las encuestas. ¿Y si el electorado bonaerense se polarizara entre Massa y el oficialismo? ¿Hay lugar todavía para explorar un acuerdo entre Massa y De Narváez?

Massa y los intendentes sólo piensan en una propuesta bonaerense para las elecciones de este año. En sus conversaciones reservadas, Massa suele quejarse por la falta de un discurso opositor sobre el futuro. De la reciente foto de José Manuel de la Sota, Roberto Lavagna, De Narváez y Hugo Moyano, sólo rescata a Lavagna. No me gusta el discurso que sólo cava en la fisura de la sociedad. Esa fisura ya es muy profunda , le comentó a un intendente amigo. Si se presentara en las próximas semanas (extenderá hasta el límite el anuncio formal), su campaña rescatará algunas decisiones del ciclo kirchnerista y no se enfrentará ni a las operaciones que, sin duda, harán contra él. Las espera, pero no les responderá.

Rescata a Lavagna, pero Lavagna podría ser candidato en una alianza con Macri. Silencio de Massa o, por lo menos, de su entorno. ¿Cuál es el problema? , preguntan después del silencio. El macrismo se mezcló en una polémica inservible con Lavagna por aquella foto de Córdoba. Lavagna es el único político dispuesto a recorrer todas las expresiones de la oposición. ¿Para qué ponerle límites? ¿Alguien puede ponerle límites a Lavagna?

Yo no me enojo por una foto , salió el viernes Macri a serenar al macrismo. Nuestro problema no es el peronismo disidente, sino el peronismo que gobierna , adoctrinó a su tropa apresurada. El propio Macri había almorzado el jueves pasado con Lavagna. Mi respeto por él está intacto, dijo Macri cuando terminaba otra semana en la que la oposición no perdió la oportunidad de mostrar sus grietas.

El problema de fondo consiste en qué harán con el peronismo. Para Macri, el proyecto de ellos, de Lavagna y de muchos peronistas debería ser la creación de una fuerza nueva en condiciones de superar al viejo y obsoleto bipartidismo argentino. Para otros, como De la Sota y Moyano, el desafío consiste ahora en arrancarle el peronismo a Cristina Kirchner. Esa discordia entre lo viejo y la construcción de algo nuevo atraviesa a gran parte de los opositores. De alguna manera se expresa también en el discurso de Massa, cuando éste reclama que se le dedique mayor atención al futuro ausente.

El turbulento presente está en manos de los jueces más que de los políticos. La casi unanimidad de los magistrados no quiere que haya elección popular de los miembros del Consejo de la Magistratura. Todos los jueces subirían al patíbulo de la política. Ninguna noticia internacional fue tan bien recibida en los tribunales como el duro cuestionamiento de la relatora de las Naciones Unidas para la independencia de los jueces, Gabriela Knaul, sobre la reforma judicial del cristinismo.

Por eso, la integración del Consejo, sobre todo la elección popular de sus miembros, es una prioridad para los magistrados. La impugnación por la probable inconstitucionalidad de esa decisión deberá pasar primero por la jueza electoral María Servini de Cubría. Después de la sentencia de la jueza, la Corte Suprema resolverá si esperará una definición de la segunda instancia, la Cámara Nacional Electoral, o si directamente tomará el expediente mediante un per saltum .

El primer plazo electoral vencerá el 13 de mayo. Ese día, o antes, Cristina Kirchner deberá convocar a elecciones y establecer qué elegirán los argentinos en agosto y octubre. Seguramente incluirá la elección de consejeros de la Magistratura. A la Corte no le preocupa ese plazo; al contrario, sería la consumación definitiva de un hecho, necesario para declarar si es constitucional o si no lo es.

La Corte necesitará para tomar el caso de un expediente con buenos patrocinadores y de una clara mayoría dentro del tribunal a favor del per saltum . Han quedado seis jueces: Eugenio Zaffaroni anunció que, en un clima al borde del conflicto de poderes, se va un mes a Italia para dictar clases. Es el único juez supremo realmente amigo del cristinismo.

¿Dónde están las cosas placenteras del país que anda muy bien, según la Presidenta? ¿Dónde, si los políticos se preparan para derrotarla, los jueces aspiran a tumbar su última victoria política y la economía es un problema creciente y abandonado? En el paraíso argentino de Cristina habita una sola persona. Ella.

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