...ayer asistí a la inauguración del comienzo de clases de mis hijos y..., al cantar el Himno Nacional, aquel que comienza, "Oid mortales el grito sagrado...//Libertad, libertad, libertad..." sentí que Oesterheld nos había congelado en sus cuadros del Eternauta.
Miraba angustiado como se abrían las bocas, el morvese de los labios, la modulación con cada palabra, y observe las miradas esquivadoras, huyendo de las conocidas, envueltas en vergüenzas propias y ajenas, y, el silencio, explotaba en mis oídos. Y vi, a las estrofas buscando cobijarse en pechos henchidos.
De pronto, todas las miradas se dirigían hacia mi. Traspire. Oesterheld "había desaparecido", mis oídos se habían destapado y escuchaba mi vos, naciendo desde el fondo de mis entrañas y, una oleada de calor me envolvió el cuerpo.
...y terminé "¡o juremos con gloria morir!, ¡o juremos con gloria morir!, ¡o juremos con...gloria morir...!
Los chicos sonreían, los padres mirándome de reojo y, los maestros, escabulléndose entre las filas de sus alumnos y, yo, como Been Laden en el Pentágono.
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