-de JORGELINA
RODRIGUEZ LIÑAN.
Al comenzar a
escribir Cuentos para Locos me he dejado llevar por las letras, sin perseguir
un objetivo.
Los personajes,
actores de escenas extrañas desde la óptica de quien sólo lee son reales.
La puntuación me ha
marcado que hablo de mis pacientes, siendo psicóloga de la
impaciencia, puesto
que la impotencia recubre de velos lo que no es asequible.
Sus historias,
vivencias, están coloreadas, pintadas en acuarelas desalmadas; secas en ruinas
de vientos que modifican el tono poético de sus subjetividades cuando a
capricho se me antojan carreteras audaces en muros permeables e insignificantes
para quienes no calzan los zapatos del relator.
Es fina hebra la que
separa la locura de la realidad.
Usted, ¿sabe desde
siempre de qué lado se halla?
La respuesta es
SOCIEDAD.
Preguntaos en
silencios, de forma sigilosa, y una ventisca de dudas apresará vuestros
absolutos, sean estos comprados, heredados, adquiridos, renegados, o también
tolerados.
Pertenecer es el
nuevo verbo.
La pregunta es a qué.
Los parámetros sociales se modifican lentamente a través de siglos.
Las ciencias se
proponen como el saber absoluto olvidando su procedencia; el mito, la teología,
la filosofía, la antiquísima y todavía vigente alquimia, en la actualidad con
alas de misticismo y viejas religiones. Los delirios místicos proliferan.
El conocimiento como
dijera Gastón Bachelard en su libro: La filosofía del no, es discontinuo,
abrupto y no lineal.
Asistimos con o sin
conciencia a una crisis de los absolutos. Nietzsche lo adelantaba.
Entiendo la locura
como una forma de percibir la realidad sin connotaciones de valor en ello.
Si se piensa la
locura como a un discurso cuya lengua inventa o reinventa lo insoportable estoy
en ella sin desear salir.
Nada que sea impuesto
deja de pagarse.
No pago lo que no me
apetece.
El precio es caro en
emociones repudiadas al mismo tiempo que a través de una ventana dibujada en
carbón, se observan a quienes el volar es cotidiano. Otro mundo, quizás el otro
donde reina la locura.
La magia está en
presencia absoluta.
Puede desasirse de
los imperativos y escenificar el animismo que religiosamente nos posee cuando
dominar lo cotidiano es imposible.
La única existencia
válida es la vuestra.
No compréis este
panteísmo si observáis que vuestro pensamiento estructurado puede averiarse
hasta resultados un extraño en vuestro cuerpo.
Del alma se ocupan
los sacerdotes.
Mi ser amante de la
contradicción, que ha sido hecho de alma-cuerpo y psiquis, sólo vive de savia
de árbol que contempla el transcurrir de la historia en estragos, prefiere que
me fagociten mis fantasmas y no los ajenos.
Todos llevamos dentro
a un filósofo aunque camine, corra sin detenerse a pensar, ya que el amor a la
sapiencia nos reproduce en acto.
Cada quien es
guardián de sus juicios, nunca el amo de los ajenos
Los cuentos cambian
en movimiento continuo dependiendo de quién escribe en mí.
El siglo XXI se ha
caracterizado por tres grandes epidemias en la medicina del cuerpo: cáncer,
sida y diabetes.
La locura es la
pandemia de todos los tiempos. El asesinato de la razón.
La pregunta es:
¿existe esta?
Las guerras, el amor
la muerte, el hedonismo, las cúpulas del poder con sus rojas alfombras se
acobardan y la interrogación se hace muda.
¿Conviene a alguien
el ocultamiento de la palabra del que no encuentra su sitio en el sistema?
La respuesta no es
ingenua, menos aún en oídos absortos en el discurso oficial.
Des- construir lo
establecido puede llevar a la crisis de nuestros valores.
¿Nuestros? o tal vez
de quienes poseen poder... aseveran que es patrimonio cuando la realidad nos
demuestra enajenación.
Sentimientos,
emociones, viajes en trenes sin vías, dan vértigo al hombre formal y cortés,
arraigado a la idiotez de otro ha pensado por mí y yo cómodo me acoplo a ser
marioneta del circo.
Bailad... si no
entendéis que una gigantesca máquina es vuestro amo.
Dudad de todo lo
escrito, discutidlo, increpadlo, porfiadlo, desestimadlo, aceptadlo.
Vale enteramente su
juicio. Como arte de la sociedad a la que pertenecéis.
Ningún libro esgrime la Verdad del interior, la
roza. Es por ello que mis metáforas entendidas, enroscadas, violentas,
violentadas, ya son Ex Nilo; es decir, no me pertenecen.
He parido al hijo
huérfano que os doy únicamente para que no crezca en mí y se convierta en un
monstruo.
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