Saturday, December 07, 2013

CARTA A BRUNILDA...

seguir luchando contra la burocracia


Carta a Brunilda

 Junio 21, año seis  del siglo XXI. Brunilda; ayer, he sentido el fresquito del aire que me acarició y anunció la llegada del otoño. Miré el follaje moteándose de rubio, sonreí, y un galope inquietante me fue ganando el pecho. Las acacias frondosas, altas y fuertes, erguidas como granaderos me saludaron al llegar,  busqué nuestro banco incrustado entre las ramas del rosedal y el recuerdo me envolvió con pasión y ternura, escuché el susurro de tu voz ronquecina, temblorosa, “te quiero, te quiero”, y tus labios carnosos, ardiendo, me rozan el cuello y nos metemos cuerpo a cuerpo hasta fundirnos entre gemidos. ¿Te acuerdas Brunilda, cuando te rompí la blusa? Se rasgó de punta a punta por la espalda y tu piel desnuda me produjo un impacto eléctrico que me cruzó de pié a cabeza y morimos en el infinito de un beso. Cumplías quince, yo dos más, temblábamos mirándosno y sintiéndonos piel a piel, y me decías con aquella voz de la Piaff, “mi corazón se ha vuelto saltarín y quiere escapar, lo tengo aquí, apretado en la garganta” En el 55, vinieron todas esas cosas que nos alejaron, tus padres te llevaron a Roma y los míos a París. Y nos perdimos. Ni tú ni yo supimos de aquella partida imprevista. Después me prohibieron escribir a Buenos Aires, y a vos también. Diez años mas tarde regresé y me mostraron aquella carta donde leí; “…me he casado, para que mis padres no mueran en soledad acepté a este ladero que los contiene en este círculo social de prestado, solamente, le pido perdón a la niña que llevo en la panza, pero, mi amor, mi amor que nunca olvidaré, es Juan Manuel. Tía, Juan Manuel está en mis sueños, en mis días, en el aire de otoño, de primavera, como allá, cuando nos acurrucábamos entre la tibieza de nuestros días, si lo vez tía, dile que mi alma está mustia de tristeza y que lo querré hasta la muerte..."  Claro, yo no me casé Brunilda. No tenía con quien. Ahora ya sé que vendrás, gracias a este meil puedo mirarte y ver que nuestro amor sigue apretujado y aguardando entre las espinas del rosedal. La brisa fresquita y juguetona de este otoño, me ha traído el perfume de tu cuerpo, de tu pelo, del pubis, de tu aliento...Otra vez he leído tu carta donde recuerdas mis versos y cuentas que a tu nieto le has puesto Juan Manuel. Mi nombre. Ahora sé que vendrás. Hay fuerza en el ambiente, las rosas han despertado antes, las acacias han tapizado el piso, y yo, con algunas canas y las cuentas del tiempo aliñándose en mi rostro, miro con serenidad tu imagen y la tristeza que asoma en tu cara. Los pétalos que me ha entregado cada invierno el rosedal del Botánico, están escritos con el alma y metidos entre las hojas de los libros que siempre me acompañan. Te espero Brunilda con el amor en colores que los días comienzan a pintar entre un rojo, amarillo, azul y luz. Te quiero más allá del tiempo, y acuérdate cuando escuchábamos cantar a Silvana, por que: ”-la luna es la misma que vimos los dos, colgada en la punta de aquel callejón…” Y aquí estamos, esperándote. Juan Manuel. (-en un locutorio de Adrogué, a los 21 días del mes de junio del año 2006)

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