Thursday, August 16, 2018

LEYENDAS CONURBANAS ¡Alabado sea el señor...

seguir luchando contra la burocracia


…venia caminando con las manos en el bolsillo de la campera en una de las peatonales de “San Prudencio” Hacia un poco de frio en la calle y había vientito. San Prudencio tiene tres o cuatro fuertes asentamientos que están divididos por identidades territoriales, correntinos, chaqueños,  salteños, Paraguayos, bolivianos y así, así…y, en esos sub barrios, hay peatonales. Son avenidas comerciales donde se convocan los jóvenes. Y todos los que gusten pasear o recorrerlas mirando negocios o comprando en los mil y un comercios que venden de todo. Y al atardecer es un jolgorio en las veredas.  En San Prudencio como en todo barrio están los negocios tradicionales de ropa, artículos del hogar, zapaterías, zapatilleras, retacería, comercios electrónicos, de venta de celulares, de instrumentos musicales, elementos para la construcción, ferreterías, y todo negocio como en cualquier lado, abundan las carnicerías, panaderías, mercaditos, pollerías, kioscos,  súper chinos,  escuelas de danzas, salones de gimnasia, de cultura física, verdulerías, y de cuando en cuando una farmacia, pero, lo que también se nota, son los lugares de predicas evangelicas. Cada tres o cuatro, cuadras más o menos quizá, hay un templo, una Iglesia. También vendedores ambulantes con paradas fijas de chipa, churros, tortillas, bolitas de fraile y otras creatividades.  En esas Avenidas, los negocios pasando la media tarde, florecen. Es decir, aprovechan la tarde desde las cinco a las 7, 30, 8 hs, porque después, se apuran para cerrar, bajan las cortinas por la inseguridad. Al pasar por una de las Iglesia, vi que estaba llena, como en la mayoría de las evangélicas. Me detuve como dudando al ver en la puerta, (5 metros de ancho) todo vidrio, cinco señoritas anfitrionas que esperaban a los fieles que ingresaban como apurados, llegaban tarde aparentemente, y al verme, una de las jovencitas se acerco, y empezó el chamuyo con la palabra cristiana…me dio un folletín y me invito a pasar…Linda, elegante, con pilchas comunes y de la zona, eso sí, plataforma de 10 centímetros y pollerita a un dedo arriba de la rodilla y un top discreto. Escuche y mire para el interior, se escuchaba a la orquesta juvenil en plena acción, imprimía movimiento en la gente y acompañaban cantando. Una de las pibas de la puerta me dijo, “te conozco, te vi varias veces en los de Bernardo…” Y entre, ya conocía la mecánica y como no tenía nada agentado, de apuro, empecé como los otros a golpear las manos y a cantar…Me sabia todos los pasos y el repertorio de alabanzas, y también cuando había que decir amén, y  sabia hacer lo que te iban indicado los pastores…y a mitad de la predica, pasaban con los canasto recogiendo la colaboración. Los pastores la tiene clara, en un momento cualquiera, mientras están chamuyando al espíritu, sacan un billete, 50 o 100 pesos, lo muestran y dan la tacita señal de lo que se debe poner en los cestitos que van recorriendo la sala. De esta forma con apoyo logístico de alabanzas “y gracias al señor y que mañana te devolverá el doble”, la gente pone sin chistar, con alegría y con ganas de poner más…Así, estas iglesias, templos, crecen en estructuras y se multiplican. La recaudación la invierten en beneficios a su comunidad, en estructuras edilicias que crecen, y en ellos…Solo que…hay lugares y lugares. Hay iglesias con personas de triste pasado que aprendieron a predicar en la cárcel y a veces, en algunos, asoman viejas costumbres que suelen aplicar como pequeños emprendimientos, organizan una cadena de puestos ambulantes con la participación de sus fieles, desarmaderos de automotor, talleres mecánicos, estos dos rubros en sociedad con las mafias policiales, y puestos de venta de artículos varios en las avenidas conocidas donde, en ambos lados de la avenida, sobre las veredas, hay varias cuadras de pequeños emprendedores, un puestito, una mesa de exposición, casi tocándose una con otra, varios solo coloca en el piso de tierra, una manta y allí sus productos, otros llegan con su automóvil y un carrito de tiro, donde exponen sus productos, venden de todo, lo que te puedas imaginar, y el mito conurbano dice que, “la mayoría son robados” y, la gente de la zona y de otros barrios más acomodados, van a buscar allí, los repuestos y otros elementos que los consiguen más baratos, y los pastores cometen muchos pecados y hasta abusan de las fieles que, algunas, denuncian policialmente el hecho, pero, son como las ovejas negras y manchada de la comunidad religiosa pero, solidarios…Bueno,  son otras historias que después las pondremos en la vidriera…




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