seguir luchando contra la burocracia
…Y cuál es la prueba? Pregunte curioso. –y la
tengo que poner a cocinar a ella sola, así veo si es ordenada y limpia…si,
mientras cocina amontona todo en la bacha y no lava y deja todo desordenado y
la cocina bien sucia…bueno, eso ya te da la idea de cómo es, y como será en su
casa, desordenada y sucia…porque me decía La Isabelina, que eso, me demostraría
como es su madre…y una piba como ella, si viene ya con esas costumbres…pobre mi
hijo.
-nos juntamos en un semáforo y, me grito, los espero en casa
al medio día y me hizo la seña universal de –comemos- y arranco. Ya estaba
pisando tierra del Conurbano y me dirigía a San Prudencio. Lo había adoptado de
cabecera por la simpleza del vivir. Habíamos hecho una etapa de espera en La
Opera para no llegar muy temprano a la casa de Marite, porque su familia se ponía
en movimiento como a las diez, me había dicho. El que nos invito al pasar, era,
El Evar –elevar- le decíamos. Se llamaba Evaristo y parecía que le echaban agua
caliente cada vez que le recordaban su nombre. A las doce llegamos a la casa de
“elevar” y ya estaban con la música como para escucharla desde la esquina y en
toda la cuadra, nada más, que se mezclaban con otras porque los demás hacían lo
mismo. Nosotros éramos "como de la casa", y nos tiramos en los sillones, con
otros amigos que rondaban por allí, y en eso, escucho una charla que se hacía
en voz baja y cuchicheo…”ah no, vos hace lo que te digo y ahí tendrás la
prueba si es la mujer para elevar…” Me quede mirando en la distancia, buscando
asociar lo que escuche y, me acorde que -elevar- anda en los trámites para –juntarse
con -La Eva- una jovencita de 23 añitos, que estudiaba enfermería. Me quede con
la espina de lo escuchado y en un momento me acerque a la madre de –elevar- y le
dije en tono de complicidad…”así que le vas a tomar prueba a La Eva…? Bien
chismoso mi acercamiento a Sandra la dueña de casa. Se largo una carcajada
mientras terminaba de limpiar la mesa en la que había hecho los ravioles. “No
te perdes una vos, eh…” y me contó casi al oído…-no, me aconsejó la Isabelina
que le hiciera la prueba de la cocina para saber si era una mujer limpia,
ordenada para acompañar a mi hijo
Y San Prudencio, a las nueras le hacen la prueba de la cocina
para saber si es pulcra, limpia y ordenada…
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