LA FÁBULA QUE RELATÓ LA PRESIDENTE, EN EL MAYOR SECRETO, FUE ENVIADA HACIA LOS EGOS AMBICIOSOS DEL INTERIOR DEL PAÍS.
Cuando visitó al país el presidente de Brasil. Lula Da Silva, nuestra presidente Cristina Fernández, hizo el relató una fábula para referirse a organismos extranjeros, pero, creo que, también la fábula, fue enviada hacia adentro, para que algunos dirigentes, y funcionarios aspirantes a ser reelectos, sepan con quien se identifica. Ranita o camaleón.
O, a quienes aspiran un espacio dentro de las funciones que prestan servicio a la comunidad, o, aquellos que creen que les corresponde el lugar o, los que buscan acceder a cualquier precio.La fábula, es una advertencia a las “ranitas” para que se prevengan de los traidores camaleones.
El mensaje va dirigido a los interesado en politiquear, para que observen a su alrededor e identifiquen a los camaleones, es un llamado de atención, ante esta interna que se ha desatado en todos los ámbitos partidarios.
Nuestra presidente, ha enviado el mensaje hacia las huestes políticas y hacia los ciudadanos desprevenidos, que intenta incursionar en las lides políticas de la nación.
En cualquier caso, los que observamos el deambular de ranitas y camaleones, también ponemos atención en los usurpadores de los trabajos, de las gestiones de sus compañeros.
Usan, al mejor estilo, las tareas exitosas de los trabajadores de verdad, para mostrarse ellos, como integrantes del grupo hacedor, del funcionario que ejecuta, del que proyecta, de los que chapalean el barro, de los que transitan el llano para mirar a la miseria a los ojos. De los que realmente cumplen con los preceptos de, trabajar por los que menos tienen, pueden y saben.
Son varios los que no ensucian sus zapatitos de charol ni los de raso, pero, gritan y piden interpelaciones, piden mayor y mejor distribución de presupuestos, piden agilización de trámites, piden equidad de funciones, piden y piden, holgazaneando a las sombras de los méritos de los otros –las ranitas- Y, para mayor desfachatez, critican la labor que prestan, menoscabando las tareas, como si ellos fueran superiores o eficientes idóneos.
Y los trabajadores, -las ranitas- dado su condición humana, están expensas a los camaleones que se mimetizan y hacen de serviles amigos y, se ganan las simpatías, o la fragilidad del conocimiento, o de sentimientos, o lealtades, o principios que, impiden actuar con firmeza para neutralizar cercos impúdicos.
Ayer, cuando observaba el desbande emocional, me imaginé a un “840”, a un caficcio, a uno de esos que viven del trabajo del otro.
Ayer, mirando festejar de antemano algo que desconozco, se me presentó clarito la imagen de lo que digo, dado que los trabajadores de verdad de la gestión, no estaban en la fiesta. Quizás, estaban trabajando por la comunidad, trabajando para brindar el servicio que requiere el que menos puede y tiene. Trabajando por y para la gestión exitosa de Darío Giustozzi.
Estos trabajadores infatigables, son las ranitas que llevan sobre sus espaldas, sobre sus éxitos a los que montados en ellos, alardean, y, más tarde, les clavarán el aguijón, sin ningún pudor ni sentimiento. Sin el menor asomo de respeto. Ahora, no habría que olvidar que…Se hunden. Juntos. Uno por perverso, el otro por cándido servidor.
En el –blanco- de la fábula, queda la condición humana y social, a expensas de la vil y fiel traición que, tarde o temprano, ejecutará quien bordea el perfil delincuencial.
Ranitas, sería interesante que den un repaso a José Ingeniero, o, simplemente recuerde esa letra de una canción popular…”…el camaleón cambia de color, según la ocasión-“
Juanqui
Email:viarrapida@gmail.com
Email:confinadrogue@gmail.com
No comments:
Post a Comment