Sunday, January 18, 2009

EN LA NACION DEL DOMINGO-Fotos,google-



Alberto Armendariz

Para LA NACION

WASHINGTON.- De dedicación total y sin sueldo ni funciones específicas, el trabajo de primera dama no es de ninguna manera fácil. Pero si encima se trata de ser la primera afroamericana en ocupar ese puesto, como le sucederá a Michelle Obama, el peso de la atención pública resaltará su papel en la Casa Blanca y afectará la influencia que pueda tener sobre el presidente.

"Todos los ojos del país estarán concentrados en ella como nunca antes con otras primeras damas. Lo que haga o deje de hacer, los proyectos que encare y cómo se comporte . Todo será analizado con un filtro racial. Y como durante la campaña la volvió muy astuta políticamente, evitará de entrada involucrarse directamente en el terreno de la política pública", señaló a LA NACION Robert Watson, profesor de Estudios Americanos de Lynn University y autor de varios libros sobre las primeras damas estadounidenses, entre ellos Las mujeres de los presidentes .

No querrá cometer el mismo error que la primera dama más activa que tuvo la Casa Blanca recientemente, Hillary Clinton. Abogada como ella -Michelle Obama estudió derecho en las prestigiosas Princeton y Harvard- se quemó al poco tiempo de asumir el cargo con sus infructuosos esfuerzos por reformar el sistema de salud.

Para Watson, Michelle LaVaugh Robinson Obama ejercerá primero su poder tras bambalinas, al oído de su marido, que la considera no sólo su compañera y confidente, sino también una gran asesora.

"Será una influencia de almohada, discreta, pero no de alto perfil. Al menos hasta que la gente se acostumbre a ella y ella a su nuevo papel", destacó Watson, quien descartó que vaya a atender cada una de las reuniones de gabinete, como hacía Rosalynn Carter, o que traslade su oficina al West Wing de la Casa Blanca, como Hillary Clinton.

"Pero al final del día, será una fuerza política tremenda, al igual que lo fueron Eleanor Roosevelt, Lady Bird Johnson, Betty Ford y Hillary Clinton", pronosticó.

Prueba de sus claras ideas políticas ya hubo durante la campaña, cuando dijo que la elección de su marido como candidato presidencial la hacía sentir por primera vez orgullosa de su país. Por el comentario le llovieron ataques y se la tildó hasta de extremista.

Más allá de las especulaciones sobre cuánto peso tendrá en el presidente, ella misma ha resaltado que su prioridad ahora será la adaptación y crianza de sus hijas, Malia (10) y Sasha (7). En las numerosas entrevistas en las que se le ha preguntado de qué tipo de proyectos se encargará, ha indicado su interés por los problemas que enfrentan las familias de militares y las mujeres que deben hacer equilibrio entre sus carreras y la vida doméstica, algo que ella -que trabajó en grandes firmas de abogados de Chicago, en grupos de organización comunitaria y en la asesoría del mayor sistema de hospitales de la ciudad- ha aprendido a manejar.

De clase media baja

"Es una mujer muy inteligente, capaz, creativa y con muchísima energía, que seguramente será una figura muy activa en la Casa Blanca en los próximos años. Durante la campaña la vimos crecer, volverse mucho más segura de sí misma como oradora, entre la gente y con los medios", apuntó Myra Gutin, autora del libro La socia del presidente: la primera dama en el siglo XXI .

Proveniente de una familia de clase media baja (su padre, Fraser, que sufría de esclerosis múltiple y murió en 1991, era empleado de la empresa de aguas de Chicago; su madre, Marian, trabajó como ama de casa y secretaria y ahora se mudará a la Casa Blanca), Michelle Obama también ha subrayado que buscará crear una sensación de normalidad en el hogar presidencial.

Y aunque mucho se la ha comparado con Jacqueline Kennedy, para el profesor Watson, Michelle Obama, consciente de las dificultades económicas que vive Estados Unidos, mantendrá un perfil humilde, tradicional.

"Más que otra Jackie creo que la imagen pública que intentará dar será más del estilo recatado de Laura Bush. Así que tendremos a una suerte de Claire Huxtable", dijo Watson en referencia al personaje de la esposa de El show de Bill Cosby , interpretada por Phylicia Rashad, que dejaba el protagonismo público a su marido, pero puertas adentro era quien regía en la casa con sutileza y aplomo.

En la campaña ella misma reveló que obliga a su esposo a que levante del piso las medias sucias de él y tirarlas en el canasto de la limpieza, y que hasta le hizo prometer que abandonaría el cigarrillo si se lanzaba a la presidencia. Este último ha sido un reclamo que todavía, a pocas horas de asumir el poder, no ha logrado que su marido cumpla completamente, y afirmó que aunque él sea el presidente, en su casa ella no permitirá que se fume

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