El próximo martes Barack Obama hará historia al convertirse oficialmente en el presidente número 44 de los Estados Unidos de América. Y será un día histórico no sólo por el hecho de ser Obama el primer presidente negro de este país, o por que habrá concluido al fin uno de los mandatos, el de George W. Bush, más nefastos que se recuerdan en esta nación, sino también por la cantidad de esperanzas depositadas en el nuevo líder, y por la magnitud de los trabajos que éste tiene por delante.
En teoría, la tarea del presidente del país más poderoso del planeta podría encuadrarse en términos tan generales y ambiciosos como se quiera, desde sentar las bases para la paz mundial a erradicar la pobreza, pasando por frenar el cambio climático.
En la práctica, sin embargo, las tareas de Obama, al menos en su primer año de mandato, serán mucho más concretas, aunque no por ello, en muchos casos, menos complicadas.
La primera parte de su presidencia estará marcada por el legado de su antecesor, que se marcha con el peor nivel de popularidad de la historia moderna de EE UU (sólo aprueban la gestión de Bush el 29% de los ciudadanos), superado sólo por Richard Nixon.
El legado
La herencia de Bush incluye, entre otras cosas, dos guerras (Irak y Afganistán), una crisis económica interna sin precedentes desde la Gran Depresión, una deuda pública de 10.699 millones de dólares, casi 9 millones de parados (el 6,7% de la población activa), 700.000 millones de dólares dedicados a gasto militar, y una imagen de Estados Unidos en el mundo por los suelos.
De los medios que pongan Obama y su equipo para tratar de resolver todos estos desafíos dependerá, en buena medida, la estabilidad mundial en los próximos años.
Probablemente, el nuevo presidente decepcionará a los que han visto en él a un revolucionario (no tiene previsto, que se sepa, abolir la pena de muerte, exigir a Israel que cumpla las resoluciones de la ONU, o medir a la dictadura comunista china con el mismo rasero con que mide EE UU a la dictadura comunista cubana, por ejemplo), pero, sin duda, supondrá un cambio.
Éstas son las 20 tareas más importantes a las que se enfrentará, a partir de esta misma semana, el nuevo Gobierno estadounidense:
En el interior (pincha aquí para verlas en detalle):
Afrontar la crisis económica.
Cerrar Guantánamo.
Reformar el sistema de salud.
Promover nuevas fuentes de energía y combatir el cambio climático.
Hacer frente a la amenaza terrorista.
Reformar el sistema educativo.
Disminuir el número de inmigrantes indocumentados.
Controlar la posesión de armas de fuego.
Reducir la presión de los lobbies.
Mejorar las condiciones de los pensionistas.
En el exterior (pincha aquí para verlas en detalle):
Retirada de Irak y estabilización del país.
Poner fin a la guerra en Afganistán.
Contribuir a un proceso de paz real en Oriente Próximo.
Diseñar una nueva política hacia Irán y Corea del Norte.
Normalizar las relaciones con Rusia.
Mejorar las relaciones con Latinoamérica, especialmente con Venezuela, Bolivia y Ecuador.
Diseñar una nueva política para con Cuba.
Resolver los conflictos con los tratados de libre comercio y el sistema de aranceles.
Actuar de forma más efectiva sobre los conflictos olvidados en el mundo y las crisis humanas.
Mejorar la imagen de EE UU en el mundo.
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