Una semana difícil para todas las personas que tienen responsabilidades ineludibles y, que a su vez, desarrollan tareas como cualquier hijo de vecino. En este caso, al pasar por el área de Producción y Desarrollo, el movimiento de personas, fuera y dentro de los despachos, era vertiginoso.
Al ingresar, me pareció un “campo de batalla” donde el trajinar de las personas, no permitían ni el saludo cordial y amenos. (Digamos…Chismoso) Empleados corriendo de un lado a otro con papeles y carpetas. Preguntas surcando el aire, como misiles, con objetivos a distancia. (Para no decir, gritos) Los jefes de sectores, apenas respondían a mis saludos y, me dí cuenta que…, no era momento para preguntas triviales.
Gabriela Pellegrini, ¡ni me respondió! Anahí, Soledad, Paola, ponían la mejilla por inercia, Antonella, me corrió con la mirada, Leonor, ni se veía, rodeada de gente. Carla, respondía a mi pregunta y miraba a otra persona que le hablaba, y Florencia, atendía el teléfono, escribía y respondía a otro, ahí, a su lado. No vi a los hombres, andarían instruyendo a cooperativistas.
Evidentemente, no era momento para un cronista preguntón o, que necesitaba –saber-.
Los vecinos que venían a tramitar sus cosas, esperaban, apiñados en la sala de espera y, cada uno, con uno, ¡o cien problemas a cuesta!
Arrié mi bandera y me dispuse a salir cantando bajito. ¡Y ahí!, salió de su despacho agitando papeles en una mano, repartiendo preguntas a diestra y siniestra, DIEGO FERNANDEZ GARRIDO.
En plena acción, el SECRETARIO DE PRODUCCIÓN Y DESARROLLO, ponía el hombro junto a su tropa.
Nada más noble que eso. Codo a codo con los suyos. Blandiendo la dignidad que les entrega en esa acción a sus compañeros de tareas, que dependen de su conducción.
Esta acción, me permite esta crónica, en un día lluvioso, que, parecía gris, pero, al ver este movimiento me contagió el espíritu.
Si, había una nota, que, más allá del trabajo, la Comunidad Organizada de Fernández Garrido, su líder, impulsaba la acción para dar la solución a cada uno de los que llegaban en busca de ella. ¡Y había que decirlo! Lo escribí.
Salí, silbando entre dientes y me dí cuenta que; lo estaba sacando bueno a Diego. Sonreí, recordaba aquel primer encuentro, y al de hoy, que lo ví mimetizado con los del llano social, poniendo su cuerpo y alma, como Giustozzi. Y, me dije para mi, el viento y la llovizna, -me salieron buenos estos pibes…tienen futuro.
Juanqui.
Al ingresar, me pareció un “campo de batalla” donde el trajinar de las personas, no permitían ni el saludo cordial y amenos. (Digamos…Chismoso) Empleados corriendo de un lado a otro con papeles y carpetas. Preguntas surcando el aire, como misiles, con objetivos a distancia. (Para no decir, gritos) Los jefes de sectores, apenas respondían a mis saludos y, me dí cuenta que…, no era momento para preguntas triviales.
Gabriela Pellegrini, ¡ni me respondió! Anahí, Soledad, Paola, ponían la mejilla por inercia, Antonella, me corrió con la mirada, Leonor, ni se veía, rodeada de gente. Carla, respondía a mi pregunta y miraba a otra persona que le hablaba, y Florencia, atendía el teléfono, escribía y respondía a otro, ahí, a su lado. No vi a los hombres, andarían instruyendo a cooperativistas.
Evidentemente, no era momento para un cronista preguntón o, que necesitaba –saber-.
Los vecinos que venían a tramitar sus cosas, esperaban, apiñados en la sala de espera y, cada uno, con uno, ¡o cien problemas a cuesta!
Arrié mi bandera y me dispuse a salir cantando bajito. ¡Y ahí!, salió de su despacho agitando papeles en una mano, repartiendo preguntas a diestra y siniestra, DIEGO FERNANDEZ GARRIDO.
En plena acción, el SECRETARIO DE PRODUCCIÓN Y DESARROLLO, ponía el hombro junto a su tropa.
Nada más noble que eso. Codo a codo con los suyos. Blandiendo la dignidad que les entrega en esa acción a sus compañeros de tareas, que dependen de su conducción.
Esta acción, me permite esta crónica, en un día lluvioso, que, parecía gris, pero, al ver este movimiento me contagió el espíritu.
Si, había una nota, que, más allá del trabajo, la Comunidad Organizada de Fernández Garrido, su líder, impulsaba la acción para dar la solución a cada uno de los que llegaban en busca de ella. ¡Y había que decirlo! Lo escribí.
Salí, silbando entre dientes y me dí cuenta que; lo estaba sacando bueno a Diego. Sonreí, recordaba aquel primer encuentro, y al de hoy, que lo ví mimetizado con los del llano social, poniendo su cuerpo y alma, como Giustozzi. Y, me dije para mi, el viento y la llovizna, -me salieron buenos estos pibes…tienen futuro.
Juanqui.
Email:viarrapida@gmail.com
Email:confinadrogue@gmail.com
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