de la revista fortuna
Alfredo Olmedo, verdadero rey de la soja
Tiene 75 años, 110 mil hectáreas, tres aviones y es el mayor productor sojero individual con tierra propia. Sólo cursó la primaria pero duplicó sus campos en cinco años y Harvard estudia su caso. Las tierras que le dio el estado salteño y el hijo diputado que quiere ser gobernador. Por Patricio Ballesteros Ledesma Gustavo Grobocopatel abdicó. “Seguir diciéndome rey de la soja creéme que no tiene sentido. Podés decirme el Steve Jobs o el Bill Gates de la agroindustria que sería más propio”, aclara a FORTUNA. Con esta frase, el empresario confi rma que ha dejado su título. De allí que surja con más fuerza un productor diferente, único: Alfredo Olmedo, que cultiva soja y el bajo perfi l en igual proporción. A diferencia de Los Grobo, MSU, El Tejar, La Redención- Sofro , Cresud y Adecoagro, este salteño no tiene socios y reina en su propio territorio. Además, hoy tiene en forma individual más superfi cie dedicada sólo a la oleaginosa que los otros “monarcas agropecuarios” y, por tener sus campos en el NOA, afronta un costo adicional de flete y factores climáticos adversos que hacen más complejo su planteo productivo. Pese a todo, sigue en el surco y con más de 350 empleados a cargo maneja el día a día de su negocio desde su pago: Rosario de la Frontera. Ese departamento, famoso por tener las aguas termales más calientes de Sudamérica y devenido en ciudad pujante con 30.000 habitantes, depende del Estado, el turismo y de grandes empresarios como Olmedo. Los demás, comerciantes, profesionales y prestadores de servicios, viven, o sobreviven en buena parte, del poroto, el ganado y en especial de la soja. Alfredo, presidente de Olmedo Agropecuaria, es un terrateniente tradicional; Gustavo Grobocopatel, titular de Los Grobo, es un enpresario de vanguardia. El primero tiene 75 años y un bajísimo perfil; el segundo 45 años y una encargada de prensa y relaciones públicas. Uno tiene sólo estudios primarios y el otro es profesor universitario. Ambas empresas y sus líderes tienen características muy diversas y casi ninguna semejanza.
SOJERO
El salteño tiene una fi rma familiar, es un productor de soja en tierras propias y en una región marginal para la agricultura (Salta). Por el contrario, el grupo con base en Carlos Casares está integrado por varias empresas, más de 70 familias accionistas y los cultivos agrícolas ocupan apenas el 20% de la actividad global, en la zona más productiva del país (además de Brasil, Uruguay y Paraguay) y casi exclusivamente en tierras alquiladas. El restante 80% es la prestación de servicios para terceros (logísticos, financieros, gestión de riesgo, desarrollo tecnológico) y la consultoría integrada. Sin embargo, algo los emparenta. Gustavo Grobocopatel se hizo conocido hace unos años como “el rey de la soja”, aunque siempre se jactó de ser sólo propietario del know how: “Me dicen terrateniente pero en realidad soy un `sin tierra´”, repetía con humor en las entrevistas. Olmedo, que no quiere exposición ni suele dar entrevistas, es considerado hoy como el verdadero rey de la soja ante la decisión del Grupo Los Grobo de reducir la superfi cie sembrada con ese grano. Esto convierte al salteño en el mayor productor individual del país que cultiva en campos de su propiedad. Con más de 110.000 hectáreas dedicadas casi en su totalidad a la oleaginosa y altos rendimientos apuntalados por tecnología de punta, Olmedo sigue apostando a crecer en escala y ya supera a Los Grobo en la superfi cie dedicada al grano a nivel nacional. Y es que, como confiesa Gustavo Grobocopatel, que tenía previsto retroceder algún punto en su crecimiento de ventas en la campaña pasada: “Este año sembramos 100.000 hectáreas en la Argentina entre soja, maíz, trigo y girasol”. Para el ingeniero, que es considerado un manager modelo y un cultor del valor del ‘conocimiento’, “cada vez son menos los productores que siembran y mayor la escala necesaria para soportar la presión impositiva”. Eso mismo pensó en las últimas tres décadas Alfredo Olmedo, que se dedicó a juntar dinero en varios negocios ‘ad hoc’ y adquirir campos y lotes en su ciudad y alrededores para apostar fuerte al capital tierra sin tener que alquilar. Y a la vista de los más de u$s 50 millones de facturación que embolsa al año sólo con el poroto de soja que vende a las exportadoras, no equivocó la estrategia. Además, esas tierras que pudo comprar con dinero contante y sonante a precios bajísimos es un capital que siempre mantiene o incrementa su valor. En estricto off the record, un integrante de su círculo íntimo pinta claramente la visión de Olmedo: “Cuando era joven y se compró su primer avión –ahora tiene tres–, se dedicó a sobrevolar Salta y a elegir qué campos quería comprar” En una zona del país donde abunda la pobreza y sobran las leguas de serranías de monte virgen y la llanuras bajas improductivas, una billetera holgada le cambia el presente a mucha gente con tierras pero sin futuro. Así, como un emprendedor de los bienes raíces en potencia y con la intención de adueñarse de ese suelo que había soñado como propio desde el aire, Alfredo Olmedo comenzó una dinámica de sumar hectáreas que todavía ejercita a sus 75 años.“Olmedo trabajaba de 5 a 23 horas todos los días. Vino a Salta cargado de ilusiones y todo lo que hoy tiene es producto de esfuerzo, trabajo y sacrificio”, comenta un allegado. Algunos nacieron para vender; este empresario salteño, en cambio, es un comprador nato. Su estrategia para aumentar la escala de su negocio agropecuario ha sido comprar grandes extensiones con monte y desarrollarlas para implantar sus cultivos en lugar de adquirir menos hectáreas con riego a precios más altos. Así, dicen en su cercanía, logró duplicar sus campos en los últimos cinco años. Hoy, en números gruesos, sus campos del NOA no bajan de u$s 50 millones de cotización. Olmedo Agropecuaria es dueña de 98.000 hectáreas en los departamentos de Anta, Metán y Rosario de la Frontera (Salta), Santiago del Estero (donde también siembran legumbres) y Formosa, y arrienda cerca de 10.000 más en su zona de influencia. En los campos de secano (sin riego artificial) logra rindes medios de 2.300 kilos por hectárea pero en los mejores terrenos, con un buen paquete tecnológico y si las lluvias acompañan en los momentos clave, llega a casi duplicar ese volumen a cosecha. Olmedo cada año reinvierte parte de sus utilidades en la adquisición de más superficie para cultivo –hoy a un ritmo más medido que en el pasado– y tiene sus propios equipos e infraestructura para la siembra, cosecha, labores, transporte y acopio de los granos. Sin embargo, por su escala, también debe contratar herramientas, espacio en silos de terceros y máquinarias, que llegan de lugares tan distantes como Córdoba y Santa Fe. Con semejante nivel de tierras afectadas a la producción, sería antieconómico contar con todas las sembradoras, cosechadoras, tractores, tolvas, fumigadoras, camiones y acopios necesarios para trabajarlas y trasladar los granos hasta el puerto más cercano.
INICIOS
“A los 5 años él empezó a trabajar ordeñando vacas para el patrón de su papá, a los 12 no tenía para comer ni para estudiar y se vino desde Bouquet, Santa Fe, a Salta, solo, sin sus padres a trabajar porque no tenía para comer”. Con esas palabras detalla los inicios de su padre Alfredo Horacio Olmedo, uno de los tres herederos del patriarca, que hoy corre la carrera política hacia la Gobernación de Salta. Junior, como le dicen sus amigos, tiene 45 años, fue senador de su provincia y desde el 12 de diciembre pasado es diputado nacional por el bloque unipersonal ‘Salta somos todos’. Es el hijo más apegado al productor agropecuario, que siempre recibió apoyo para sus competencias en los deportes motor y al que bancó y todavía ayuda en su veloz ascenso político. Sin embargo, el también empresario de 45 años no se queda atrás; tiene más de 1.100 hectáreas de olivares en La Rioja con más de 3.000 kilómetros de riego por goteo, un acuerdo comercial con la olivícola Nucete, también arrienda cerca de 30.000 hectáreas para producir soja y ya firmó un contrato con la japonesa Isuzu para traer los camiones y camionetas a Salta y ser el representante exclusivo en la Argentina a partir de junio próximo. De la mano de sus consignas pro restitución del servicio militar obligatorio y sustentado en fondos propios para motorizar su campaña, Olmedo hijo avanza hacia su candidatura como el próximo gobernador salteño en 2011. A los otros dos hijos de Olmedo padre no les interesa el negocio familiar: Silvia vive en Salta y tiene una academia de inglés y Hernán vive en Londres y es accionista de un periódico. Alfredo arrancó trabajando con su padrino en un aserradero, después puso una mueblería, creció en ventas e influencias y con el tiempo tuvo estaciones de servicio, concesionarias de autos y motos. Mucho de lo que ganó lo invirtió en tierras. Ahora es el mayor sojero individual de la Argentina y desde hace un tiempo, con su mujer Marta Fernández, apuntalan a su heredero que quiere manejar los destinos de la tierra de sus padres.
El salteño tiene una fi rma familiar, es un productor de soja en tierras propias y en una región marginal para la agricultura (Salta). Por el contrario, el grupo con base en Carlos Casares está integrado por varias empresas, más de 70 familias accionistas y los cultivos agrícolas ocupan apenas el 20% de la actividad global, en la zona más productiva del país (además de Brasil, Uruguay y Paraguay) y casi exclusivamente en tierras alquiladas. El restante 80% es la prestación de servicios para terceros (logísticos, financieros, gestión de riesgo, desarrollo tecnológico) y la consultoría integrada.
“A los 5 años él empezó a trabajar ordeñando vacas para el patrón de su papá, a los 12 no tenía para comer ni para estudiar y se vino desde Bouquet, Santa Fe, a Salta, solo, sin sus padres a trabajar porque no tenía para comer”. Con esas palabras detalla los inicios de su padre Alfredo Horacio Olmedo, uno de los tres herederos del patriarca, que hoy corre la carrera política hacia
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