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El escenario
La Cámara alta sigue dando sorpresas
Carlos Pagni LA NACION
Se le presentó un problema inconcebible, ayer, a Néstor Kirchner. La formoseña Adriana Bortolozzi encontró razones más poderosas que el temor para decidir su conducta en el Senado. Bortolozzi resolvió separarse del oficialismo para habilitar el quórum de la Cámara. Dijo que lo haría, en adelante, todos los miércoles. Dijo sentirse sola. Y dijo tener miedo. Bortolozzi desbarató así la estrategia oficialista de obstrucción parlamentaria. En sentido estricto, los Kirchner ayer terminaron de perder el Senado.
Para entender esta disidencia conviene examinar la política de Formosa. Bortolozzi está casada con el vicegobernador Floro Bogado, quien ha comenzado a enfrentar al jefe de la provincia, Gildo Insfrán. Discuten la constitución de la fórmula para 2011: los Bogado querrían que fuera Adrián, su hijo, quien ocupe el segundo lugar, como viene haciendo el padre desde 1995. Como no lo logran, se estarían acercando a Vicente Joga, aliado de Eduardo Duhalde en el distrito. Hay que prestar atención a esta dinámica por la cual las internas locales del PJ comienzan a proyectarse sobre el Estado nacional.
Adolfo Rodríguez Saá trabajó, sigiloso, sobre los rencores y expectativas de los Bogado. Miguel Pichetto recién se enteró de que le faltaba Bortolozzi cuando la vio por televisión, sentada en su banca. La defección es una consecuencia cada vez más frecuente de un estilo de liderazgo que descarta primero la persuasión y, al poco tiempo, el diálogo. Operar por arrastre comienza a tener sus inconvenientes cuando se va perdiendo la fuerza. Por razones de comarca o por despecho, Bortolozzi reprodujo en pequeña escala, ayer, el voto no positivo de otro ninguneado, Julio Cobos. Como es sabido, el diablo se esconde en los detalles.
La sorpresa de Bortolozzi opacó ayer una transacción entre el kirchnerismo y la oposición para conseguir el funcionamiento de la Cámara alta. Cristina Kirchner consiguió lo que le venía exigiendo con impaciencia a Pichetto desde hacía un mes: que se modificara el balance de poder en las principales comisiones del Senado, es decir, en Presupuesto y Hacienda, Asuntos Constitucionales y Acuerdos. Las tres son presididas por el oficialismo.
El pacto principal se selló con Carlos Menem, que permitió con su abstención que Mercedes Marcó del Pont quedara convalidada en el Banco Central. Menem liberó una butaca en Presupuesto y Hacienda para que la ocupe Nicolás Fernández. En cambio, con el aval de Pichetto, el ex presidente permanecerá en Asuntos Constitucionales, donde se aprueban o rechazan los pedidos de desafuero de los jueces. ¿El acuerdo con Menem incluye el destino de las causas judiciales que lo mortifican? Algunos observadores subrayan que hace ocho días la Sala II de la Cámara Federal en lo Criminal y Correccional declaró la extinción de la acción penal en una denuncia por enriquecimiento ilícito contra Emir Yoma. Otros replican que los pleitos que complican a Menem, sobre todo el del contrabando de armas a Croacia y Ecuador y el del ataque terrorista contra la AMIA, han avanzado demasiado como para ser corregidos con gestiones políticas. Y existen también los que juran que Menem "jamás condicionaría su conducta a un acuerdo subalterno". De todos modos, hay un dato que confirman allegados al riojano y a los Kirchner: Aníbal Fernández tiene instrucciones de ponerse al tanto, casi a diario, de las necesidades de Menem. Sic transit gloria mundi .
EnroquesTambién en Asuntos Constitucionales la oposición dejó de tener, desde ayer, 9 representantes, para quedar con 8 sobre 15. Allí el catamarqueño Oscar Castillo (UCR) perdió su silla a favor del neuquino Marcelo Fuentes. El otro enroque ocurrió en Acuerdos: se va Luis Juez y entra Miguel Pichetto. Es lógico que el Poder Ejecutivo haya cubierto esas tres valiosísimas plazas con soldados incondicionales. Para los Kirchner, desde ayer, debajo de cada piel de cordero se esconde una Bortolozzi.
La mínima conciliación de ayer no alcanzó a disimular un miércoles complicado para los Kirchner. La caja fiscal, viga maestra de su poder, se vio amenazada en tres frentes.
El primer ataque ocurrió en la madrugada, cuando la Cámara de Diputados no sólo rechazó, sino que anuló el DNU Nº 298, que creó el Fondo de Desendeudamiento. Contra la letra de la ley que regula los DNU, la oposición declaró extinguidos los vínculos jurídicos creados por esa medida. El oficialismo se queja con el argumento que utilizaron sus detractores cuando se discutieron la obediencia debida y el punto final: sólo un juez puede disolver una obligación creada por ley o DNU. Autoridades insospechables de simpatizar con los Kirchner, como el constitucionalista Jorge Vanossi, defienden esta tesis. Es una delicada discusión doctrinaria, cuyas consecuencias acaso aparezcan después de 2011, si el actual oficialismo se transforma en oposición. Hoy por hoy, los Kirchner tienen un argumento menos para servirse de las reservas.
Los senadores intentaban anoche tender un segundo cerco sobre el Tesoro al coparticipar la recaudación de la ley del cheque. Cristina Kirchner la terminará vetando. Pero el oficialismo pagará un costo político importante en las provincias.
El tercer interrogante sobre la situación fiscal -es decir, sobre el financiamiento de la campaña de 2011- es la postergación del canje de deuda. El Gobierno había prometido que lo abriría ayer, pero tuvo que aplazarlo, tal vez por una semana, porque los organismos regulatorios de Italia, Alemania y Luxemburgo no aprobaron aún el prospecto. Es posible que, de todos modos, Amado Boudou revele cuál es la oferta que hará a los acreedores. El mercado espera que no sea inferior al 50% del valor nominal de los títulos. Y no lo va a ser, aun cuando Kirchner se niegue a pagar los cupones por mejoras en el PBI desde 2005 y recorte la compensación por intereses caídos desde esa fecha. Después vendrá otra discusión: cuál será el monto de las comisiones bancarias y si la Argentina está ofreciendo a estos bonistas más de lo que les entregó a los que ingresaron en la reestructuración anterior.
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